IMPORTANCIA DEL
CONTEXTO EN LA INVESTIGACIÓN
MAIRA ALCALÁ
LÓPEZ
DOCTORANTE
DEL DOCTORADO DE ECOEDUCACIÓN, DESARROLLO Y COMUNIDADES DE APRENDIZAJE
6 DE JUNIO
DEL 2017
Introducción
Toda investigación
parte del estudio del contexto con la intención de conocer los elementos y
factores que favorecen u obstaculizan el proceso de enseñanza/aprendizaje en el
aula y poder actuar en consonancia. La vinculación de la Escuela con el entorno
favorece el intercambio y la posibilidad
de trascender los saberes propios y externos. Más aún, percibe la realidad como
un desafío en espera de acciones concretas para que pueda ser alterada. Para
ello se presentan distintas concepciones del entorno en relación al contexto,
identificando los elementos de análisis
y su importancia para el desarrollo de la investigación.
Desarrollo
La
escuela, vista como comunidad de aprendizaje, establece un vínculo
imprescindible con el entorno, a través
de un diálogo continuo donde fluyen los intercambios culturales, de forma tal
que la propia escuela se convierte en un agente cultural activo y sistémico que
abre sus puertas a los agentes educativos extraescolares.
El
entorno bajo esta concepción se percibe como aquello que rodea a la escuela o
al alumno/a, formando metafóricamente círculos concéntricos con respecto a un
punto de referencia, los cuales determinan la visión de distancia con éste
último.
Al
establecer este continuo desde lo más cercano (forma de vida familiar,
costumbres locales...) hasta elementos presentes en espacios más amplios (otras
culturas externas...), implica diferenciar entre el entorno
"objetivo", respecto a la cercanía
o lejanía en el espacio; y el "subjetivo", es decir, aquellas
realidades materiales y culturales que son reconocidas como
"cercanas" vitalmente por las personas y que, por tanto, establecen
su Identidad, sus intereses y, en parte, sus acciones. Sin
embargo, lo subjetivo no necesariamente coincide con el entorno más cercano, muchos/as
alumnos/as no conocen ni tienen interés en conocer lo que sucede en su propia
localidad. Dada la realidad regional, y por el efecto de acercamiento que
producen los medios de comunicación, incluso suele ser más conocido y vivido lo
que proviene de la "cultura global".
El
entorno bajo esta consideración puede ser
tangible, al tener una existencia material (naturaleza, edificios...),
y también toma en cuenta lo intangible,
una serie de valores, costumbres y realidades culturales que se hallan tanto
"alrededor" como "dentro" de los individuos conformando el
entorno sociocultural de la comunidad de aprendizaje.
Cabe
señalar que el ámbito de la "acción" del alumno se localiza
necesariamente en el entorno próximo, pero no abarca la totalidad de éste: una
gran parte de la realidad local e incluso microlocal queda fuera de su esfera
de actuación. En relación al ámbito de los "mitos y símbolos", tiende
a recibir (consumir) lo que en lugares muy alejados y centralizados se ha
creado (música, películas,...), lo que indudablemente los adolescentes aprecian
al verse afectados por el fenómeno de emigración familiar, muy común en
Michoacán, en la búsqueda de oportunidades de empleo al país vecino. Sumado a
ello, se tiene la influencia misma de la capital de estado en el área rural; la
cual poco a poco es absorbida por la mancha urbana, según se observa en la
comunidad de Iratzio donde se pretende llevar a cabo la investigación.
Importante
es analizar el contexto social, ya que constituye el entorno en el que
transcurre y acontece el hecho educacional que influye e incide significativamente
en el desarrollo. De aquí el interés, ya
que se aspira lograr el desarrollo humano de los involucrados en el proceso.
La
educación, en el ámbito de la vida social propicia la relación de todos los
sujetos que intervienen en el proceso educativo, fuera del cual sería imposible
la relación interpersonal (Andalucía, 2009) . Esta relación reconoce el proceso en
un contexto común, considerando que como concepto tiene una serie de acepciones
según diferentes autores; por ejemplo (Cole, 1999)
diferencia el contexto que rodea, del contexto que enlaza una práctica
educativa, es decir la escuela, está
“rodeada” por una serie de circunstancias temporespaciales, culturales e
históricas que la determinan en cierta medida pero a su vez, en su interior, en
la práctica docente propiamente dicha, se suceden una serie de eventos o
procesos que la “enlazan” para lograr sus fines.
En
otro acercamiento al concepto de contexto, diversos autores de teorías
contextualistas, atribuyen al concepto unas connotaciones antagónicas. Por un
lado se percibe como algo estático, que ya está dado, alude a que el contexto
ya está predeterminado sin posibilidades de mejorar, influyendo en los procesos
que rodea, como es la práctica educativa, o bien el contexto como algo dinámico,
en constante movimiento y que se va construyendo así mismo a medida que sucede
la práctica educativa o docente.
En el
caso de estas teorías el contexto está constituido por una serie de factores
que influyen sobre los resultados del proceso educativo. Este punto de vista es
relevante porque permite considerar ciertos factores para influir en la mejora
de los aprendizajes. Uno de ellos es la connotación dinámica del contexto, es
decir que se construye y que se puede construir ya que permite sustentar los
cambios y transformaciones que pudieran implementarse como respuesta a las
problemáticas detectadas en la comunidad, tras realizar el estudio del contexto
y entorno del centro educativo, asegurando la viabilidad del mismo.
El
contexto se construye en la medida que “sucede” y al ir “sucediendo” va tomando
rumbo, aunque los agentes participantes tienen su propio conocimiento e
“historia” que de alguna manera los determina, al interactuar entre sí, se
recrean a sí mismos y las circunstancias cambian.
Por
otra parte, (Wenger, 2003) clasifica el contexto en función de
otras características, para un alumno(a) que cuenta con los elementos
necesarios para adentrarse en las actividades que propone el docente, para
interactuar con los participantes y para construir significado de la tarea, el
contexto será transparente; en caso contrario el contexto será opaco para aquél
alumno que no tiene claridad de lo que se le pide ni de cómo hacerlo.
Este
punto de vista sustenta la importancia en cuanto a los aprendizajes previos del
estudiante en el contexto de aula, donde no basta con que el docente “prepare
el contexto” debe además existir corresponsabilidad en el aprendizaje por parte
de los alumnos.
Otra
clasificación, hace referencia a un continuo donde pueden establecerse rangos
para hablar de contextos altamente sistematizados hasta llegar a contextos
cotidianos.
El
contexto altamente sistematizado considera una estructura claramente visible en
cuanto las actividades a realizar, las interacciones que promueve, y la construcción
de significado o de desarrollo de los temas. Su contraparte es el contexto
cotidiano, donde el aprendizaje se “da” sin que de manera explícita se prepare
la situación para que emerja, como es el caso de la cotidianidad de la vida
familiar.
El
contexto sistematizado considera las formas de coparticipación que logran
compromisos sociales que proporcionan el contexto apropiado para que se dé el aprendizaje.
(Wenger, 2003) Esto refiere a la participación periférica
legítima como el descriptor del compromiso en la práctica social que vincula al
aprendizaje como un constituyente integral.
Es
decir que los participantes en el aula, particularmente los estudiantes se involucrarán
en las actividades e interacciones desde diferentes niveles de compromiso,
desde la no participación a la participación, de la periferialidad a lo
central, es decir de formas múltiples y variadas y más o menos comprometidas e
inclusivas de participar hasta un dominio cerrado de conocimiento. La
participación legítima se logra cuando el participante desarrolla un
sentimiento de pertenencia e identidad con el grupo en el cual está
participando, una de las características de la escuela como comunidad de
aprendizaje.
En
otra línea (Trevisán, 1995) el contexto se
refiere al clima o contexto social adecuado para el aprendizaje, al escenario
sociocultural que considera: relaciones, reglas de participación, modos de participación,
actividades, estrategias de aprendizaje, modos de comunicación, motivos, metas,
etc. En este sentido, el contexto es el conjunto de “todo” lo que sucede en el
aula, lo cual es precisamente la dificultad para conceptualizarlo y
metodizarlo.
Ahora
bien, las prácticas y el aprendizaje no están limitados por el contexto
relacional sino que surgen y son policontextuales, es decir, tienen el
potencial de ser movilizados en una amplia gama de dominios y sitios basados en
la participación en múltiples contextos (Tuomi-Grohn, et al. 2003 citado por
Edwars 2005).
Edwards,
R y Miller K. (2005) mencionan el contexto como un contexto de aprendizaje en
sí mismo y el contexto de aprendizaje como efecto de las prácticas que dan
lugar a él. Sostienen la concepción relacional del contexto, no como algo que
preexiste a la práctica sino más bien como algo que se lleva a cabo a través de
las prácticas.
Entonces
las prácticas docentes construyen contextos para el aprendizaje a medida que se
realizan en un sentido expansivo y ecléctico, “construyen al construirse”. Esto
es, un contexto se diferencia de otro por “cómo contiene y da forma” a los
procesos que se gestan en él y a partir de él. Razón por la cual pueden
atenderse los planes y programas de estudio a nivel Nacional como un eje rector
solamente, pero depende del docente contextualizarlos para el logro del
proceso.
Con
respecto, al contexto del salón de clases, este es el conjunto de los procesos
áulicos que se viven en él, estructurándose en tres dimensiones básicas que son
a) la estructura de las actividades que organiza el docente, b) las
interacciones entre los participantes del aula que se derivan de la realización
de las actividades propuestas y c) las estrategias que se utilizan para construir
el significado del contenido temático. La manera en que estas tres dimensiones
se yuxtaponen es la clave para promover el aprendizaje.
Son
varios los factores que pueden incidir en el contexto escolar -clases sociales,
marginación, inmigración, etc-. La escuela ha de dar respuesta a esas
situaciones y factores partiendo del análisis de los mismos e implicando a los
diversos sectores que configuran la comunidad educativa -maestros, alumnos,
padres- en la relación de un proyecto común. A su vez, debe establecer un acercamiento
del entorno, factor clave en la innovación educativa.
Bajo
esta consideración, el análisis del contexto proporciona a la investigación:
a) La
realidad socio-económica y cultural del entorno: Tipos de viviendas y nivel de calidad,
nivel de instrucción y formación de la población, organismos que inciden en la
zona, servicios sociales, existencia o no de asociaciones y movimientos culturales,
religiosos, deportivos y de ocio, población originaria de la zona o de inmigración,
sectores de trabajo de los padres e índice de paro, proximidad o lejanía de los
centros de trabajo,...
b) La
realidad interna del Centro: Titularidad del Centro, su ubicación geográfica, características
singulares del Centro, situación administrativa y especialidades del profesorado,
características del edificio y espacios disponibles, equipamientos, ratio,
tradición pedagógica del centro, existencia de Asociaciones de madres y padres
de familia (AMPAs) y coordinación con el Centro, homogeneidad o heterogeneidad
de las líneas metodológicas del profesorado, actitud y motivación del
profesorado y de los órganos unipersonales de gobierno para trabajar en sus
áreas específicas
c) El
perfil del alumnado: Distribución por niveles, número de niveles, grado de ausentismo,
desfase escolar, dispersión de los domicilios respecto al centro, las familias,
nivel cultural, necesidades educativas especiales (Ortiz, 2010)
Conclusión
Situar
la investigación en su contexto y entorno,
permite conocer las múltiples realidades objetivas y subjetivas del
sujeto de estudio; detectar las problemáticas, ponderando el relacionamiento
entre ellas, de forma tal que permita la viabilidad de la investigación dentro
de un espacio-tiempo determinado y necesariamente abierto, actuando en
situaciones clave que sistémicamente provoque el desarrollo de la comunidad de
aprendizaje. Según Deval (2000), la escuela debía problematizar sobre el
contexto social que la rodea para desde ella activamente mejorar la vida
personal y comunitaria.
Bibliografía
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Delval, J. (2000). Aprender en la vida y en la
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http://www.fimpes.org.mx/phocadownload/Premios/2Ensayo2010.pdf
Trevisán, B. (1995). Comunidades de aprendizaje. Revista
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http://www.arielvercelli.org/all.pdf
Wenger, J. (2003). Aprendizaje situado.
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